miércoles, 22 de octubre de 2014

Todos cordialmente invitados a esta proyección de documental sobre las mascaradas de Costa Rica, donde "MASCARADA LOS PARAISEÑOS" es protagonista.


miércoles, 5 de marzo de 2014

martes, 4 de marzo de 2014

LAS BRUJAS DE ESCAZÚ



La ciudad de Escazú, ubicada en el Valle Central, es famosa en Costa Rica por ser un pueblo prolífico en la producción de mitos y leyendas, de modo que es conocida en Costa Rica como «La Ciudad de las Brujas». La población existía ya antes de la llegada de los españoles (con el nombre de «Itzkatzu»), y fue una de las primeras villas en poblarse durante la colonia (alrededor de 1600).
El origen de la leyenda de la existencia de brujas en Escazú es antiguo. El Acta de la Independencia Centroamericana, aceptada en Costa Rica el 29 de octubre de 1821, estipula que en la autonomía se deben de dar una serie de condiciones, entre ellas, tener como única aceptada en el país la religión cristiana católica. Los judíos escazuceños, entonces, empezaron a reunirse a escondidas en el subsuelo de Escazú, así como en sinagogas ocultas en el interior de edificios. Ya que en esos ritos la mayoría de las invocaciones a Dios y ruegos se dan en idioma hebreo, y como los rabinos vestían de negro, la gente comenzó a creer que eran brujas, realizando hechizos o aquelarres.
Otra versión más popular afirma que la leyenda proviene del hecho de que en Escazú existían (y aún existen) gran cantidad de curanderas, a las que a veces se les llamaba brujas.
Entre las leyendas de brujas más conocidas de Escazú están: la leyenda de la Bruja Zárate, quien tendría un encanto en la piedra de San Miguel de Escazú en la cual pasaba el invierno (el verano lo pasaba en el encanto de la piedra de Aserrí); la Tulevieja, a quien la tradición escazuceña sitúa como «comadre» y compañera de la bruja Zárate y que vive con ella en la piedra de San Miguel; la leyenda de la bruja doña Fustes (coloquialmente, ña Fustes), quien lanzaba maleficios sobre los retratos de la gente para matarla a alfilerazos poco a poco (similar a algunos rituales vudú), sin que valieran rezos o médicos, y por cuya causa se recomendaba no regalar retratos a nadie; el «negro Zara», un individuo que tenía pacto con el diablo y que se decía que conversaba con el Micomalo en un viejo higuerón que existía antes en lo que hoy es la plaza de Escazú; leyendas de brujas que se quitaban la piel y adquirían formas de animales, la más conocida de estas, la de una bruja llamada «María La Negra», que se podía transformar en un enorme y peligroso cerdo, y que evitaba el paso de las carretas de café por la única vía que durante el siglo XIX comunicaba Escazú con San José.

sábado, 1 de febrero de 2014

El Micomalo






Se le describe como una bestia infernal de apariencia cambiante. En Leyendas costarricenses de Elías Zeledón, se le presenta como un león (puma) con solamente pelo en torno a la cintura, que es guiado por un pájaro demoníaco, la Ju del León.
En «Marcos Ramírez» , de Carlos Luis Fallas, se le describe como una especie de gorila, con ojos como cerillas y manos candentes que dejan huellas de quemaduras.
Igualmente se le describe como un monito pequeño, blanco, con cuernos y cola terminada en punta, que cuando los matrimonios pelean demasiado, se abalanza sobre los cónyuges y los despedaza.

En Guanacaste y en la ciudad de Puntarenas, este mismo fantasma recibe el nombre de «La Mona», y se trataría de una bruja que tiene la capacidad de transformarse en un mono al expulsar su alma dentro de un guacal. En el Valle Central, sobre todo en los cantones de Escazú y Acosta es popular la leyenda de la Chancha, una bruja que puede transformarse en cerdo o danta.

sábado, 25 de enero de 2014

La Tradicional "Mascarada Los Paraiseños": LOS DUENDES

La Tradicional "Mascarada Los Paraiseños": LOS DUENDES: Los duendes Probablemente derivados de la mezcla de los trasgos españoles con los espíritus guardianes de la tierra indígena...

LOS DUENDES






Los duendes
Probablemente derivados de la mezcla de los trasgos españoles con los espíritus guardianes de la tierra indígenas, los duendes folclóricos costarricenses se describen como criaturitas con vestidos de colores, de treinta centímetros de altura, que parecen niños barbados, y sus huellas tienen la forma de las de un ave, un gallo.
Traviesos y juguetones, una leyenda indígena dice que en la primera batalla entre el Diablo y Dios, los duendes no siguieron a Dios ni apoyaron al Diablo. Esa apatía da origen a su condición de seres neutros, ni buenos ni malos.
Las creencias folclóricas de los campesinos dan fe de que, en su afán por actividades lúdicas, si se ensañan con una familia ponen de cabeza la casa. Vierten cenizas o heces en los alimentos, dejan caer los comales, rompen platos, vasos, etc. Pero si se encariñan con los habitantes de la casa son excesivamente complacientes: hacen la comida, alimentan a los animales, limpian los utensilios culinarios, desgranan el maíz, hacen los quehaceres domésticos, etc. La más popular de las leyendas sobre duendes en Costa Rica, habla de una familia que decidió mudarse por los continuos asaltos de los duendes a su vivienda. Ya de camino, en la carreta, la esposa sintió deseos de hacer sus necesidades, y descubrió que habían olvidado el bacín de madera, y al comentarle a su marido lo sucedido una vocecilla dijo: "Aquí está", y se oyó cuando el duende puso el recipiente en el piso de la carreta.
Su conducta con los niños varía. En lo común, las leyendas narran que los secuestran, tentándolos con juguetes y confites (dulces), para jugar con ellos y devolverlos, o para hacerles maldades (pellizcos, coscorrones). Pero, siempre según el folclore, cuando nace el hijo o hija de una familia bienamada por ellos, se encariñan con un infante por su inocencia, pasan a ser una especie de segundo ángel de la guarda.
Como todo duende legendario, los duendes costarricenses poseen poderes mágicos. Muchas veces los usan para gastar bromas pesadas, como hacer que los viajeros apurados se extravíen o, en un relato, llenar a una mujer de vello.

lunes, 13 de enero de 2014

EL DUEÑO DEL MONTE






El Dueño del Monte, también conocido como el Viejo del Monte, es un gigantesco fantasma, muy corpulento, con el cuerpo cubierto completamente de pelo largo, que recorre los bosques y las montañas lanzando grandes alaridos que estremecen a los viajeros.
Este personaje es el alma en pena de un cazador a quien nada ni nadie detenía en su pasión desmedida de cavernario criminal, matando cuanto animal encontraba en la montaña por el simple placer de matar. Cuando murió, Dios no podía perdonarle, pero a ruego de San Francisco de Asís, le dio una nueva oportunidad enviándole de nuevo al mundo como un espíritu que defiende a los animales de los excesos desmedidos de los hombres. Tiene el poder de transformar a los animales, por ejemplo, cuando un cazador está a punto de matar a un venerable venado que defiende a sus cervatillos, el Dueño del Monte lo convierte en un tigre que hace temblar y huir al cobarde.
En la región de la sabana guanacasteca y el pacífico costarricense, el Viejo del monte aparece por los potreros en la figura de un sabanero montado a caballo, de barbas largas y enmarañadas, cabello largo hasta el hombro, agitando una larga soga al aire, espantando al ganado con gritos de «¡Hey... arre... hey! ¡Arree... ee... ganado!».
Sobre el origen del fantasma, en la región de Guanacaste se asocia al Viejo del Monte con la leyenda del Sisimico, mientras que en el Valle Central se habla de que el fantasma tendría un origen común con el mito bribri que da lugar a la leyenda de la Tulevieja.