viernes, 20 de diciembre de 2013

La Monja del Vaso, o la Monja del San Juan de Dios





«La Sed».
La Monja del vaso es un fantasma que, según la leyenda, se aparece en el Hospital San Juan de Dios de la ciudad de San José, uno de los hospitales más antiguos de Costa Rica, que en el pasado era atendido por religiosas pertenecientes a la Orden de las Hermanas de la Caridad. Éstas vestían de blanco y usaban una toca alta con forma de barco de papel.
La leyenda narra que una religiosa, bastante malhumorada negaba el agua a todo aquel que se lo pedía o desatendió el último deseo de un moribundo (un vaso de agua) dejando que éste muriera sin haber bebido. La monja, arrepentida, pena ahora por los pasillos del hospital ofreciendo un vaso a los enfermos. Muchos dicen que al beberlo sanan milagrosamente.
Existe una segunda versión de la leyenda donde se dice que el fantasma vaga por los pasillos del nosocomio sin poder descansar hasta que un moribundo le acepte el vaso con agua. Nadie lo hace por el terror que la aparición produce.
En versiones más recientes, se narra de la aparición de una monja del vaso también en el Sanatorio Durán.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

La Tradicional "Mascarada Los Paraiseños"

La Tradicional "Mascarada Los Paraiseños"
 Ruidos extraños al amanecer?

La Carreta sin Bueyes    
 Se trata del fantasma de una carreta que deambula por las noches las callejuelas de alguna ciudad, especia...

Ruidos extraños al amanecer?

La Carreta sin Bueyes

 

Se trata del fantasma de una carreta que deambula por las noches las callejuelas de alguna ciudad, especialmente aquellas dónde viven jóvenes libertinos o matrimonios que pelean constantemente. También se comenta que aparece cerca de la casa de alguna persona que se ha vuelto muy codiciosa o un avaro que acaba de morir. En ambos casos, la presencia del espectro es una advertencia a los pobladores que corrijan su forma de vivir y busquen el buen sendero.
Tradicionalmente se asocia con la avaricia y la codicia. La leyenda cuenta que, a deshoras o en pleno día, se oye a una carreta pasar cerca de la vivienda de alguna persona que se está volviendo muy avara, o de un avaro que acaba de morir, advirtiendo que cambien su pensar. Se caracteriza porque, de repente, se oye en algún lugar, luego en otro, ora en uno diferente, ahora en un lugar más apartado, pero en base a un punto de 'órbita', el lugar del avaro. Es un espectro con el don de la ubicuidad, entonces.
Se dice que aparece como una carreta (la costarricense está pintada de múltiples colores) que tiene la yunta (en donde se enganchan los bueyes) alta y vacía. A veces se menciona que quien la ve muere a los ocho días de contemplar la aparición.
Sobre el origen de tal fantasma se narra lo siguiente: un labrador codicioso y avaro decidió construir una carreta, pero para no comprar la madera necesaria robó la que estaba consagrada para construir el templo del lugar. Al terminar la carreta, enganchó los bueyes y se subió al vehículo para guiarlos, pero los animales se desengancharon y él cayó muerto. Desde ese día, guía la carreta sin necesidad de tracción animal (una versión de la leyenda escribe "¿Porqué condenar a unos inocentes bueyes?") y va como advertencia por los caminos y yermos, para aquellos que solamente conocen la palabra riqueza. Los que no hacen caso de su errar, al morir van y se unen al espectral boyero para conducir la carreta maldita por sendas inciertas.
Otra versión, recogida por Elías Zeledón en su Leyendas costarricenses, indica que el hombre de la carreta era el amante de una bruja, y que al morir pidió que fuera enterrado como cristiano. La bruja intentó entrar con todo y carreta al templo, pero el sacerdote la reprendió por su incredulidad, y desde entonces la carreta va anunciando desgracias, conducida sin bueyes por el Diablo.

martes, 3 de diciembre de 2013

EL PADRE SIN CABEZA


El Padre sin Cabeza


El padre sin cabeza es un personaje perteneciente a una leyenda colonial del folclor latinoamericano, el cual es descrito como el fantasma de un sacerdote sin su cabeza.
La leyenda costarricense narra,[ en una de sus versiones, que el padre sin cabeza fue un sacerdote que emigró al Perú, que fue decapitado por la Inquisición por mujeriego, avaro y descarado, por lo que todavía anda buscando la cabeza. El origen de esta versión estaría en el cantón de Escazú, la llamada "Ciudad de las Brujas", por la abundancia de mitos y leyendas de fantasmas y seres sobrenaturales que caracterizan esta ciudad costarricense.
Una de las versiones más populares, sin embargo, de la leyenda, dice que el fantasma del padre sin cabeza se aparece en el distrito de Patarrá, en una ermita localizada en una calle conocida como "La Calle del Cura del Cabeza", donde el espectro se materializa dando misa a los pecadores, pasando todo el rito religioso de espaldas, sin dar la cara, oculto entre las sombras, hasta que a la hora de dar la eucaristía, cuando el testigo se acerca, el cura se da vuelta y la persona nota, horrorizada, que le falta la cabeza.[]

En el cantón de San Ramón, existe otra versión donde el padre sin cabeza sería el espíritu de un sacerdote al que le gustaba mucho el juego, quien habría amasado una gran fortuna y la habría ocultado bajo un frondoso árbol de esta ciudad, luego de lo cual habría hecho un viaje a Nicaragua, siendo decapitado en ese país. Su fantasma se aparecería a los pies del árbol cuidando que nadie le robase su tesoro.[]

En la ciudad de Cartago, capital colonial del país, también corre la leyenda de que el padre sin cabeza se aparecería en las ruinas de la antigua iglesia destruida por los sucesivos terremotos de 1841 y 1910. La causa sería un horrible sacrilegio, cuando un furioso enamorado, por amor a una mujer bellísima, dio muerte, sobre las gradas del altar, al sacerdote en el momento en que éste consagraba la hostia.[ En otra versión de esta misma leyenda, el cura y el enamorado son hermanos, enamorados de la misma mujer, y sería el cura el que daría muerte a su hermano en el momento de casarlo con su amada, razón por la cual le cortan la cabeza. Esta también sería la razón por la que no se puede reconstruir la antigua catedral de Cartago, destruida varias veces por los terremotos.
En Costa Rica, también, se narra la leyenda del pirata sin cabeza, el cual cuidaría un tesoro producto de la piratería en la playa de Tivives, en el pacífico costarricense.[ También, en el libro «Leyendas ticas», Elías Zeledón recopila una leyenda escrita por Mario Cañas Ruiz acerca de un jinete sin cabeza que se pasea por la pampa guanacasteca.

lunes, 2 de diciembre de 2013

La Tradicional "Mascarada Los Paraiseños": El CadejosEsta tradición habla de un espectro co...

La Tradicional "Mascarada Los Paraiseños": El Cadejos

Esta tradición habla de un espectro co...
: El Cadejos Esta tradición habla de un espectro con forma de perro negro grande y encadenado, de ojos rojos encendidos, a menudo con ...
El Cadejos


Esta tradición habla de un espectro con forma de perro negro grande y encadenado, de ojos rojos encendidos, a menudo con dientes de jaguar y patas de cabra, que se aparece por los caminos a deshora para acompañar a los noctámbulos que andan en malos pasos, generalmente en estado de ebriedad, y advertirles para que cambien su forma de ser. No es de carácter bravo o sanguinario y jamás ataca a ningún hombre. En otras versiones se narra que, cuando los niños se desvelan, puede ser invocado, y al poco tiempo se escucharán las uñas en las baldosas o las paredes de la casa, con su aliento resoplando por una hendija de la ventana, sin marcharse hasta que halla silencio y el niño caiga en profundo sueño.
La versión más popular relata que se trató de un hijo menor (un benjamín o, como típicamente se les llama en Costa Rica, «cumiche») que vivía en un total libertinaje, y sufrió la maldición de su padre; o bien, un sacerdote corrupto que fue castigado por Dios. Otra versión narra que se trataba de un joven hijo de un alcohólico, el cual recibía, junto a su madre, el maltrato por parte de su padre, y que, intentando corregir los malos pasos de éste, se disfrazó de un animal negro y peludo, saliéndole al paso una noche en que el hombre venía totalmente ebrio. Tras el susto, éste se dio cuenta de que era su hijo, por lo que, maldiciéndolo, lo condenó a vagar en forma de perro espectral que sigue, pero no daña, a los bebedores que trasnochan.

Se cuenta que, tras cien años de penar, el Cadejos se transformó nuevamente en un ser humano, y posteriormente se suicidó arrojándose al cráter del volcán Poás. Pese a esto, no murió, y es él quien provoca los estremecimientos del coloso.







lunes, 25 de noviembre de 2013


Leyenda de La Cegua.


La Cegua (del náhuatl, cihuatl, mujer),[también conocida como Segua o Tzegua, es un personaje de una leyenda típica de Centroamérica, de origen mesoamericano, y que habla de un ser espectral que se aparece por las noches a los viandantes por los caminos solitarios en la forma de una mujer muy hermosa, a los cuales solicita ayuda para que la lleven a algún poblado cercano. Una vez que la criatura ha subido al caballo (o vehículo, en versiones modernas), se transforma en un ser horripilante con la cabeza de una calavera de caballo, con la apariencia como si estuviera en estado de putrefacción.

El término cegua para designar a este ser espectral es de uso predominante en Nicaragua y Costa Rica, mientras que en otros países de Centroamérica se le conoce con otros nombres (Siguanaba en México, Guatemala y El Salvador, Sucia en Honduras), con ligeras variaciones en la leyenda. Vale destacar que en Aguascalientes (México), la versión local de la Llorona describe a este último espectro como una mujer con cabeza de calavera de caballo, igual a la Cegua, aunque no se le llama así.

Según la leyenda, la Cegua a un ser monstruoso que se aparece de noche por caminos solitarios a los hombres mujeriegos que viajan solos, generalmente a caballo (o en automóvil o motocicleta, en relatos más modernos), bajo la forma de una hermosa muchacha. Es descrita como una joven muy linda, blanca (o morena, según la versión), de rostro ovalado, ojos negros y grandes, largo pelo rizado de color negro y boca preciosa, con labios rojos como sangre, con una voz divina que arrulla como canto de sirena, y de cuerpo con curvas pronunciadas, esbelto y tentador. Va vestida de negro completo o de blanco y en algunas ocasiones, con un vaporoso vestido de color rosado, y en otra versiones, con un lujoso vestido de época. En la versión nicaragüense, además, podría llevar puesto sobre el rostro un delicado velo. Al verla, ella convencería al varón de que la suba a su caballo. El hombre, al voltear la cabeza para contemplar lascivamente a la joven, se encuentra con que realmente ha subido a su caballo a un espectro que, donde tenía cabeza de mujer, ahora presenta una calavera de caballo cubierta con carne podrida, ojos fulgurantes, un hocico cavernoso repleto de enormes dientes averiados y un aliento hediondo y putrefacto. El monstruo, entonces, se aferra fuertemente al jinete. El caballo, que parece darse cuenta de lo que lleva encima, echa a correr en galope salvaje sin que nadie pueda contenerlo. Se afirma que aquellos que al montar a la doncella han tenido malas intenciones, esos mueren todos, y se les encuentra tendidos con los ojos abiertos y saltados; los otros quedan inútiles para toda la vida. Existen también un par de historias donde la Cegua se presenta no como una mujer, sino como un niño que llora a la vera del camino o cerca de un río, y cuando el jinete lo levanta y lo sube al caballo para calmarlo, se da la horrible transformación.

Versiones

La versión costarricense de la leyenda narra que el origen del fantasma estaría en una hermosa mujer de la ciudad de Cartago, quien sin embargo no guardaba ninguna consideración a sus padres pues era muy orgullosa, a los que con frecuencia humillaba y desobedecía, pues se decía ser muy infeliz de ser pobre.

Un día, esta bellísima joven recibió una invitación de un acaudalado y buen mozo español para asistir a un baile, a lo cual su madre se opuso, pues el joven era reconocido por sus atributos de conquistador y poco formal con las muchachas. Ante la negativa de su mamá, la joven estalló en ira y blasfemó contra ella y llenó de improperios su humilde hogar; su madre la observaba y lloraba en silencio, ante la actitud de su hija, pero a la joven no le bastó con insultar, sino que en un momento dado levanto su mano para abofetearla, pero no había levantado completamente aún su mano, cuando de la nada salió una mano negra, con grandes uñas y sostuvo la mano de la hija ingrata, lanzándole una maldición:

«Te maldigo mala mujer, por ofender y pretender golpear a quien te dio la vida, desde hoy y para el resto de los siglos los hombres a ti se acercarán, pero por tu espantoso rostro de ti correrán».

Así es como desde entonces la Cegua se aparece de pronto en el camino pidiendo a algún jinete la lleve en su caballo, argumentando que va al pueblo más cercano y no hay hombre que se resista a tan hermoso cuerpo y dulce ruego, pero una vez que sube en ancas al caballo su cara se transforma en la de una horrible bestia similar a la de un caballo relinchando.

En la provincia de Guanacaste, también en Costa Rica, la Cegua, además de aparecerse a los hombres en los caminos, también podría aparecerse en los bailes y fiestas de los pueblos, en donde coquetea con cuanto hombre se le acerca. Aquel que logra conquistarla, la acompaña al descampado de la pampa guanacasteca, y bajo un frondoso árbol de guanacaste, entregarse a sus amoríos, hasta que bien avanzada la noche, cuando el hombre por fin intenta besarla, se da la horrible transformación.

En Nicaragua, en tanto, es frecuente mencionar en las historias no una, sino varias ceguas, que podrían incluso cooperar entre ellas para atrapar una víctima. Según la tradición, la terrible Cegua que espanta a los hombres sería realmente una bruja traicionada, la cual está en busca de venganza en contra de los mujeriegos trasnochadores. Se dice que para que este personaje adquiera su grotesca apariencia, primero tiene entrar en la oscuridad de la noche a un maizal, donde hace un pacto con el señor de las tinieblas. Luego ella realizaría un ritual en donde vomitaría su alma en un guacal o vacija, para perder su alma y con ello poder empezar su transformación, con lo cual adquiriría los poderes de la Siguanaba. Así, a través de los poderes demoniacos unidos al de la siguanaba, puede convertir su cara en la de una yegua esquelética; sus cabellos se vuelven como el pelo del maíz y sus dientes como los granos de mazorca podrida. Además de eso, el resto de su cuerpo se transforma: su piernas se vuelven tan largas y robustas como las patas traseras de un caballo, sus pies se hacen más grandes y lo mismo ocurre con sus brazos, dándole a ella una gran fuerza física y velocidad, que le asegurarán no dejar escapar a su víctima.

Cuando el trasnochador no es precavido, la Cegua primero lo emboscaría, jugando con él, para luego atormentarlo pero sin matarlo inmediatamente. El espectro se apodera del hombre y le muerde la mejilla dejándole la marca de picaflor e infiel. Se dice que todos los que la ven terminan locos, ya que al dejarlos ir, cuando estos son encontrados por alguien, se les ve en su cara el terror de haberla visto, sus ojos desorbitados también con una fuerte fiebre y otros síntomas, como la diarrea. Posteriormente, la víctima casi loca, antes morir, lo único que dice es: ¡La vi, la vi!.

Para eludir a este monstruo, la tradición indica que la única forma de protegerse es llevando semillas de mostaza y un sombrero cualquiera; luego habría que mostrarle este con la copa boca arriba, acto que la impresionaría mucho. Seguido de eso habría que sacar las semillas de mostaza y arrojarlas contra ella; esto ya que se dice que la semilla de mostaza es sagrada (según el Evangelio de san Mateo 13:31-32). Con esta acción, la Cegua trataría de recoger las semillas, lo cual le resultaría imposible al estar transformada, por que cada vez que termine de recoger los granos estos caerán de sus manos nuevamente y ella otra vez intentará recogerlos, si no hace este ritual moriría de vergüenza por haber vomitado su alma. Así, de cualquier forma ella no dejaría de hacerlo nunca y al llegar al amanecer moriría irremediablemente, para renacer nuevamente sólo hasta la noche siguiente. Se dice que esta tradición ha permitido a los caminantes escapar muy fácilmente de ella mientras intentaba recoger los granos de mostaza. En otras versiones, al ser un espectro que aparece solo a los varones que viajan solitarios, la mejor forma de eludirla sería ir acompañado o bien, si se debe andar solo, cargar con alguna reliquia religiosa como el escapulario del Carmen o el Detente.

 

viernes, 22 de noviembre de 2013

La leyenda de la llorona




La Llorona en Costa Rica


La leyenda costarricense de la Llorona habla de una muchacha que se llama María, en la versión más difundida, era campesina y viajó a la ciudad de San José. Allí, comenzó a imitar las extravagantes maneras de la aristocracia josefina, y al poco tiempo, quedó embarazada. Cerca de nacer el niño (o niña, según algunas versiones) lo abortó y lo lanzó a un río, o bien, fue un parto prematuro con el mismo desenlace.

Arrepentida, vagó por todo el cauce del río en busca del niño que había asesinado. Se dice no sabe que ya murió. Va errante y llorando a lo largo de ríos, lagos, lagunas o incluso charcos, por cualquier lugar donde hay agua, persiguiendo al alma de su hijo, pero cuando lo va a rescatar de las aguas, este desaparece.

Existen otras versiones de la leyenda, pero todas coinciden con la causa del lamento de la Llorona. Unas dicen que fue violada, otras no la sitúan en la ciudad, si no en un poblado, y una incluso habla de que fue una mujer indígena de gran belleza, llamada Tulirá, hija de un cacique huetar llamado Quezaro, rey de Pacacua. Con la llegada de Juan Vázquez de Coronado, y estando prometida al cacique Garabito, el más poderoso rey huetar, esta mujer se enamoró de un soldado español de ese gobernador, al que se unió a espaldas de su padre, pero éste, enterándose del idilio, los sorprendió a ambos, entrando en combate a muerte con el español al enterarse que su hija había tenido un niño. Ella, desesperada, habría arrojado el niño a un río, o en otra versión, su padre lo habría lanzado, para luego enloquecer y, tras ser maldecida por su padre, vagar por los ríos como el espíritu en pena de la Llorona.

Cabe mencionar también que entre los indígenas bribris existen leyendas previas a la llegada de los españoles, donde se habla de espíritus que habitan en los ríos y cascadas, que emiten grandes lamentos cuando un niño va a morir, y que reciben el nombre de itsas, palabra que en el idioma bribri significa tanto llorona como tulevieja.